
Vinum Ceretensis
Sabor de la Tierra del Marco del Jerez
Vino con historia

Sic. “Si la penicilina puede curar a los enfermos, el vino puede resucitar a los muertos”.
Alexander Fleming
El vino del Marco de Jerez es un vino único, no solo por las condiciones exclusivas de la zona, como el clima, el océano, el viento y la tierra. Sino porque el vino lleva cultivándose desde hace 3000 años en la región y es parte inconfundible de su identidad.
Se sabe que alrededor del año 1100 a.C. la vid fue traída por los fenicios, posiblemente del Líbano. La región fue bautizada como Xera, y el vino era distribuido por el Mediterráneo.
Hacia el año 130 a.C. con la dominación romana, la zona es bautizada como Ceret, dedicado a la diosa romana Ceres, protectora de la tierra, la agricultura y la fertilidad. Se inicia el comercio con la metrópoli, donde no solo se vende el característico “vinum Ceretensis”, sino que, también aceite de oliva y garum, una salsa muy apreciada por los romanos.
Durante la dominación árabe, que inicia en el año 711, en la zona ahora nombrada como Sherish, se sigue cultivando la vid pese a la prohibición de bebidas alcohólicas, con la excusa de que el vino era de uso medicinal.
Alfonso X reconquista la ciudad en 1264, que se convierte en frontera del reino o nunca mejor dicho en Xeres de la Frontera. Se sabe que el propio monarca tuvo su propio viñedo en la comarca. Y según cuenta la tradición, uno de los hombres de su hueste, Fernán Ibáñez Palomino, daría nombre a las uvas características de la zona: la uva palomino.
Ya en el s. XII los vinos se comercializaban con Inglaterra donde eran conocidos con el nombre árabe de la ciudad: "Sherish".
El descubrimiento de América abre nuevos mercados y atestigua una serie de hitos como que estuvo presente en las celebraciones de las conquistas de tierras como la de Venezuela o la de Perú. Y la compra de 417 odres y 253 toneles de vino por Magallanes para el viaje que lo convertiría en ser el primero en dar la vuelta al mundo (suponiendo que quedara algún resto en la Nao Victoria cuando Juan Sebastián Elcano volvió a Sanlúcar). El comercio con las Indias transformó pequeños negocios familiares en una auténtica industria, a la que se suman inversores y comerciantes italianos.
De su popularidad en la época podemos conocerla por William Shakespeare, quien en la Bear Head Tavern junto a Ben Johnson daba cuenta de una buena cantidad de botellas y lo podemos encontrar en obras como: Ricardo III, Enrique VI, Las noches de Epifanía, Las Alegres Comadres de Windsor y Enrique I.
Durante los siglos XVII y VXIII se establecen comerciantes como Fitz-Gerald, O`Neale, Gordon, Garvey, Mackenzie, Wisdom, Warter, Williams, Humbert o Sandeman. Pero el verdadero despegue comercial no se aprecia sino hasta el siglo XIX, en que la demanda mundial de vinos se había incrementado, especialmente por Inglaterra y Holanda y las regiones vinícolas adaptan sus estructuras productivas para satisfacer esta demanda.
La tendencia a almacenar extensamente vinos de diferentes cosechas y la necesidad de crear vino de calidad dio lugar a un hecho fundamental en el vino jerezano: el Sistema Criaderas y Soleras. Además, al retardar el momento en que el vino se sacaba de la bota, la fortificación se convierte en una especialización en la que el bodeguero decidía como quería producir el vino, dando lugar a las tipologías de vino.
En enero de 1935 se publica el primer Reglamento de la Denominación de Origen Jerez y su Consejo Regulador, el primero en constituirse legalmente en España. A causa de usurpación de la identidad del vino de Jerez en otros lugares del mundo.